Aunque San Valentín puede ser una excusa estupenda para hacerte feliz a ti mismo, regalándote una actividad donde volver a enamorarte de ti. Hay personas que celebran el amor todo el año y se cuidan amando su cuerpo y su entrenamiento. Y otras todavía más generosas, la comparten con sus pequeños a los que les descubren una forma de cuidarse, crecer y apasionarse.
Mi historia con el ballet es como para muchos bailarines una pasión y una vocación.Algo sin lo que no puedo vivir. Llegó un momento que mi relación con la danza tenía más malo que bueno. Y eso fue muy triste, porque sin ella no sabía vivir. La amaba pero me estaba envenenando. Por eso nuestro lema en el Estudio Lorna Gil es: «No es lo que haces, si no cómo lo haces».
En su ausencia, probé a ser feliz de otras maneras y no pude, aunque durante un período me parecía mucho mejor que volver allí. En este periodo fuera de la danza llegué a la conclusión de que intentando ser un pato viviendo lejos del agua donde está su alimento. Decir que toda el agua es mala porque vives en un agua que está contaminada, es un error.
Teniendo claro que era la toxicidad del agua donde había estado nadando y no el agua. Mi destino quiso que encontrara una profesora con conocimiento del cuerpo, amor por sus alumnos y herramientas adecuadas para la enseñanza. Y sin esperarlo estaba de nuevo nadando en aguas cristalinas y feliz. Y me dió el regalo de volver a enamorarme de la danza y de mi bailarina interior.
Y gracias a ella, Laura Lopez Osornio (que tiene su propia escuela en Sant Cugat), supe dejar atrás las aguas tóxicas y lo mejor, aprendí como no intoxicarlas.
Así en las relaciones afectivas o en la danza, el problema no es el amor, la amistad o la danza en si mismo que están mal, si no la forma en la que estamos haciendo. Estar aceptando algo tóxico porque necesitamos agua donde nadar.
Así re-enamorada fundé Danza a tu aire, que son las raíces del Estudio Lorna Gil para acercar a todos los que nunca habían llevado su pato al agua y había vivido toda una vida fuera de ella a pesar de sus necesidades. También para quienes habían nadado mucho tiempo, demasiado tiempo, en aguas contaminadas y querían volver a disfrutar de nuevo de un agua cristalina y pura.
Por eso nuestro lema en el Estudio Lorna Gil es: «No es lo que haces, si no cómo lo haces».
